*Este post lo escribí el 23/08/2020 y lo actualicé el 27/03/2021 después de 7 meses buscándome la vida en médicos, con pruebas… -> Se trataba de Covid persistente. Lo explico con detalle en mi canal de YouTube: aquí y aquí.
Muchos me seguís en Instagram y Facebook y habéis ido viendo lo que viví desde el 29 de julio de 2020, el primer día en que me di cuenta de que algo no iba bien. He decidido contar mi experiencia por si puede aportar algo (si tienes síntomas, llama a tu centro médico para explicar tu caso y que valoren un PCR, no te autodiagnostiques ni automediques) y para no olvidar los detalles dentro de unos años. ¡Voy a ello!
Todo empezó el 29 de julio de 2020. Hacía unos días que me notaba rara, pero como tenía la regla y hacía muchísimo calor, no le di más importancia. Ese día fue el primero, desde la cuarentena que empezó en marzo, que quedé con 3 amigos muy cercanos para hacer una actividad fuera de casa, un escape room. Estuvimos en todo momento a distancia, con mascarillas y gel hidroalcohólico. Durante el juego (sin implicación física) me sentí muy apurada para llenar los pulmones e incluso tuve que despegar la mascarilla con los dedos para que me entrase más aire. Pensé que se debía a que la mascarilla era de tela, porque los demás llevaban una desechable, y a que por error pusimos más filtros de la cuenta (lo vi al lavarla al día siguiente), ya que eran muy finos y varios juntos parecían uno.
Días más tarde, seguía con molestias al respirar profundo (lo definía como ‘un bloqueo en el pecho‘) y cuando salía a caminar, con mascarilla, por las noches no podía seguir un paso normal, cuando de normal camino muy rápido y soy muy deportista. Tenía que pararme y recuperar el aliento de una manera muy exagerada, incluso sentándome. Pero, de nuevo, pensé que era algo puntual. Jamás pensé en el coronavirus, ya que no había estado en contacto con nadie (mi pareja sí, por su profesión, pero en eso no caí).
El 7 de agosto todo empezó a ir a peor, aunque en todo este tiempo yo seguía trabajando desde casa con normalidad, pero llamé al CAP (Centro de Atención Primaria) y al 061 para hacerme las pruebas correspondientes.
Mis síntomas eran:
El peor día, sin duda, fue el sábado 8 de agosto. Jamás en la vida me había sentido así, parecía que solo me entrara un hilillo de aire en los pulmones y el cansancio era descomunal. Ducharme era como correr una maratón. Llegué a decirle a Miquel que prefería todos aquellos años en que moría de dolor por diarreas (aquí mi historia), ya que eso era mucho menos inutilizante y agotador.
El domingo 9 de agosto me hicieron la prueba de COVID-19 con la técnica PCR y en 24h tuve el resultado: ‘Indetectable por la técnica aplicada‘. Es decir, PCR negativo. Yo seguía muy ahogada, con los síntomas que he descrito y con cada vez más molestias en el pecho y el corazón acelerado. Ese mismo día me llamaron del CAP para visitarme, me hicieron una radiografía pulmonar (sin alteraciones relevantes) y mi saturación de oxígeno era correcta (98%). Aun así, el médico que me atendió pasó la COVID-19 en marzo y entendía perfectamente la sensación que tenía: los pulmones pueden estar perfectos y dar gran sensación de ahogo debido a afectación cardiovascular. De hecho, inicialmente la COVID-19 se consideraba una enfermedad respiratoria y conforme avanzó la pandemia se detectó que su afectación cardiovascular es igual de relevante.
Como tanto los síntomas como su evolución en el tiempo (manifestación durante +1 semana, pico 2-3 días y bajada) encajaban con una infección por coronavirus, el médico me pidió un segundo PCR (también negativo, cosa que era posible por el tiempo que hacía que tenía los síntomas y porque no todos los pacientes manifiestan el virus en las vías altas) y una visita de revisión. En esa visita, durante la comprobación de la oxigenación, me detectaron taquicardia: 150 pulsaciones estando sentada y relajada en consulta. Me hicieron un electrocardiograma al momento (pero, como dije en varias ocasiones, al tumbarme las pulsaciones me volvían a bajar) y me pidieron un holter preferente junto a una analítica de sangre preferente.
En la Seguridad Social no había hora para holter hasta finales de año, ya que el hospital estaba saturado, así que pedí cita con un cardiólogo por mutua. Me pusieron el holter de urgencia el viernes 14, durante 24h, y la ergometría o prueba de esfuerzo el viernes 21.
Como decía, nunca supe si era o no COVID, debido al momento en que me hicieron la PCR, pero lo que sí pudimos demostrar mediante pruebas es lo siguiente: